He was my North, my South, my East
and West,
My working week and my sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my
song;
I
thought that love would last forever: I was wrong.
Fragmento
del poema Funeral Blues del escritor
británico
nacionalizado estadounidense W. H. Auden
En
los últimos instantes cruzó por su cabeza una idea loca, que le pareció
inadmisible; pero dejó que se deslizara por su mente, llenando cada espacio
como un aire fresco. “Ella notaría su ausencia”, fue el pensamiento y se aferró
a él como un naufrago lo haría a un bloque de madera henchido.
Observaba
los azulejos del baño mientras los contaba de izquierda a derecha, siguiendo un
orden absurdo que de nada le servía; pero que le distraía por momentos de lo
que había hecho. Un sentimiento que desde hace años ya no sentía tan ajeno,
comenzó abrirse camino en los breves espacios de conciencia que aún le
quedaban. Se sentía en la incómoda postura de un niño esperando el regaño por
haber cometido una travesura.
Repasó su día, en los últimos meses apenas si había salido de su departamento; pero
cuando despertó esa mañana había sentido unas ansías locas de ir a buscarla. Se
sentía renovado y basto de esperanza. Cuando se miró en el espejo notó un
brillo distinto en su mirada, y por un momento creyó que todo volvería a ser
como antes. Una actitud ingenua ante el hecho irrefutable de que el pasado
nunca vuelve, que todo cambia y que ni nada ni nadie permanece inalterable al
paso del tiempo. La esperanza, pensó, a veces nos juega malas pasadas.
Una
mosca que sobrevolaba por encima de su cabeza llamó su atención y cuando se fue
a posar cerca de su mejilla ni siquiera hizo el intento de ahuyentarla; además, suponía que sus manos ya no responderían a las débiles señales que pudiera
mandar su cerebro. Sintió un ligero cosquilleo antes de que de nueva cuenta
volviera a emprender el vuelo y la vio salir por la ventana. Desde allí
llegaban a sus oídos los sonidos de la calle, las risas de niños en pleno
juego, el motor de los automóviles en marcha, la voz amplificada de algún
vendedor ambulante ofreciendo su mercancía; en conclusión los ruidos de una
agitada vida a la que él ya no quería pertenecer.
Los
últimos rayos del sol de la tarde iluminaron el recinto, dándole a la escena un
toque menos lúgubre. Miró en los espacios de luz las pequeñas partículas de
polvo que flotaban en silencio. Podía sentir en el rostro una ligera brisa y a
través de la ventana alcanzaba a distinguir un trozo de cielo que empezaba a
enrojecer. Parecía una tarde como cualquier otra, el típico baño que estaba tan
acostumbrado a tomar, después una sopa instantánea para la cena mientras miraba
el televisor con actitud indiferente y quedarse dormido allí, en el sofá
desvencijado, roto en la gran mayoría de sus partes, hasta que la mala postura
lo obligaba a irse a la cama.
En
su memoria avivaron recuerdos hasta entonces ya enterrados, dolorosos: gritos,
peleas, palabras hirientes de las que ya no pudo retractarse. Rememoró la
última conversación, cuando ella se marchó y ante su ausencia todo lo que le
rodeaba dejó de tener un sentido. Siempre creyó que regresaría y fue consumido
por una espera en vano que acabó con sus fuerzas.
Si no
se hubiese decidido a buscarla, ¿las cosas serían diferentes?, se dijo que no. Hace mucho que había perdido la batalla y se había dado por vencido. Se
preguntó en que momento había sucedido y llegó a la conclusión de que fue
cuando empezó hacerse obvio que no volvería. Se había sumido en un pozo sin
fondo del que ya no pudo salir, apresado por sombras que lo asfixiaban y que
terminaron siendo su única compañía.
Lo
sucedido esa mañana se le antojaba ya tan lejano. ¿Realmente había estado allí,
parado en la acera frente a su casa? Fue como si hubiera esperado una eternidad
para verla y cuando apareció un revoloteo de mariposas se instaló en su
estómago. Llevaba un vestido de flores y ante esa imagen hasta el mismo sol se
le hizo opaco. Le pareció que se veía hermosa, toda ella irradiaba luz, se le
notaba feliz y su mirada transmitía una tranquilidad que lo impulsaba a
acercarse, hasta que se dio cuenta que nada de eso podía ser por él.
Se
quedó inmóvil apenas un instante, pero la idea de que lo viera le asustó,
caminó hasta la esquina y de repente se sintió totalmente fuera de lugar. ¿Qué demonios hacia ahí?, se dijo, ¿qué esperaba, un reencuentro emotivo,
lágrimas, besos, abrazos? Se disponía a marcharse cuando lo vio, un hombre
se acercó por su espalda y la abrazó. Ese abrazo que debió haber sido suyo
inició el derrumbe, pero cuando las manos de él bajaron hasta su vientre y la
acariciaron con un gesto de ternura, se le escapó el último soplo que le quedaba
de vida.
Salió
corriendo, como si una jauría de perros hambrientos lo estuviere persiguiendo
y, sin recordar siquiera como había llegado, de repente se había encontrado
frente a su edificio. Se trataba de una construcción de departamentos que
parecía haber estado pintado de blanco, ahora y con el paso de los años no
quedaba un sólo rastro de la claridad que ese color debía traer consigo. Con la
pintura ya descascarada, azotada tantas veces por la lluvia y por el sol,
mostraba un tono amarillento y unos tramos enmohecidos. En definitiva, no era
un bonito lugar para vivir, más parecía una vía de escape para todos aquellos
que quisieran ocultarse del resto del mundo. Allí se había ocultado él, ¿por
cuánto tiempo?, ya ni siquiera lo recordaba.
Ya
en su departamento se sentó a pensar en su situación, el hecho de que ella
estuviera bien debió haberlo reconfortado. ¿No era así como funcionaban las
cosas? Si ella era feliz era razón suficiente para que él lo fuera también,
pero en su mente retorcida y egoísta, y bajo el dolor del que se sintió presa,
en lo único que pudo pensar es que no era feliz con él. Lloró como un niño
acurrucado en una de las esquinas de su habitación y la idea entró fácil a su
cabeza. Se dirigió a la cocina para tomar lo que creyó necesario y de ahí fue
directo al baño, donde acomodado en la tina se dispuso a realizar lo planeado. El único plan que le saldría bien, pensó.
Decidir truncar su camino fue demasiado sencillo y debió darse cuenta en ese
preciso momento que nada resulta ser en realidad tan simple. Tanto camino por
recorrer y lo cortó de tajo.
Sumido
en un torbellino de pensamientos y recuerdos, de golpe retornó a su realidad. El
olor óxido que emanaba de su cuerpo inundó su nariz y miró fijamente el agua de
la tina que se encontraba teñida de rojo, formando remolinos en tonos cada vez
más intensos. Apenas si notaba las ranuras que se delineaban en sus muñecas y
sus párpados pesaban como grandes placas de acero. Viajaba ya en un vertiginoso
sueño del que no habría de regresar.
Soltó
un quedo suspiro y volvió a pensar en ella. Como luces intermitentes cruzaron por su
mente su rostro, su cabello, el color de sus ojos. Se coló en sus oídos el eco
de su risa e inclusive se sintió capaz de percibir su aroma.
"Ella
notaría su ausencia", fue su último pensamiento y cerró los ojos para
jamás volver a abrirlos.
Que tal blogueros, el anterior es un relato perteneciente al proyecto de este mes del blog Adictos a la escritura, el primero en el que participo, espero les guste. ¡¡¡Saludos!!!
me ha gustado, has metido el flash back en el mejor momento ^^
ResponderEliminarHola, bienvenida a Adictos!!
ResponderEliminarTambién me gustó el relato, narras muy bien la historia. Sin embargo, tienes que corregir la puntuación y revisar algunos acentos ausentes.
He notado que los españoles tienden a expresiones como tienes tú al final: "pensarla". En realidad, no queda bien dicho, tendrías que corregirlo también.
Saludos y espero seguirte leyendo en el grupo!
Otro relato triste... Menudo mes llevamos todos. Pero me ha gustado, aunque el final me ha dado pena que se suicidase solo porque ella estuviese con otro...
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
Ufff... que desesperanzados que están la mayoría de los relatos de este mes. Me gustó como narraste la historia y coincido con Maga en que habría que retocar algunos detalles. Saludos :)
ResponderEliminarGracias por los comentarios, he checado el relato de nueva cuenta y efectivamente me han faltado acentos, y por cuanto hace a la puntuación estoy trabajando en ello. Maga, tienes razón en lo de "pensarla", ya lo he corregido.
ResponderEliminarSaludos!!!
La historia rezuma desesperanza y conduce con calma hasta la despedida final. Saludos.
ResponderEliminarHas manejado muy bien el tiempo y la narración.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Es como trasportarse con el mismo texto.
Muy bueno.
Un beso
Lu